El elefante asiático es el animal nacional de Tailandia y símbolo del país, donde es venerado por su fortaleza e inteligencia. A parte de formar parte de su mitología y ser un icono de muchas celebraciones religiosas o de la realeza, este animal fue empleado durante mucho años para todo tipo de trabajos físicos en aquellas zonas donde la maquinaria era insuficiente. Hoy en día es un elemento clave del sector turístico y uno de los principales atractivos del país.
Chiang Mai es el lugar más común para ver elefantes en Tailandia. Sólo aquí hay más de 90 campamentos de elefantes, erróneamente llamados «santuarios de elefantes». Digo esto, porque aquí es donde se abre el polémico debate. El mensaje comercial para captar turistas viene a ser que la misión de estos «santuarios» es ayudar y salvar elefantes; sin embargo, si fueran verdaderos refugios, no deberían permitir ningún contacto con humanos mediante shows, trekkings o baños de turistas con elefantes.
Estos campamentos no cumplen los requisitos para ser llamados «centros de recuperación» y, por supuesto, tampoco ofrecen garantías de no estar maltratando a los elefantes de forma física o psicológica.
Cada elefante que vive en estos campamentos tiene a su cuidador, también llamado mahout, que se encarga de entrenarle para realizar los shows con los turistas. Obviamente, ese entrenamiento supone un maltrato hacia el animal, ya que se utiliza la fuerza física a niveles extremos para volver a los elefantes sumisos de por vida.
Uno de los espectáculos más comunes en Tailandia es el baño con los elefantes. Lo que parece una buena acción de higiene y cuidado hacia el animal, dista mucho de la realidad vital de este animal, ya que los elefantes no necesitan bañarse todos los días, no usan agua para limpiarse (sino barro) y menos aún les viene bien que les froten con cepillos, ya que les causan dolor en su piel sensible.
Dicho esto, si quieres ver elefantes en Tailandia, y más concretamente en Chiang Mai, te recomiendo que analices muy bien la publicidad de los campamentos.
Después de mucho investigar, leer por Internet y consultar en redes sociales, conocí a Pablo, el responsable del proyecto Ruta Tailandia. Pablo es un español afincado en Tailandia cuyo trabajo es mostrar a sus clientes lo mejor de Chiang Mai y sus alrededores desde un punto de vista más real y menos turístico. Sus conocimientos sobre el país, sus consejos y su forma de trabajar fueron el aliciente que me impulsó a contratar varias visitas con él. Cuando le dije que el elefante era mi animal favorito y que me gustaría ver alguno en su hábitat natural, me habló de Elephants at Home (no lo confundais con Chiangmai Elephant Home) y del tipo de visita responsable que llevaban a cabo. ¡Y la verdad que la experiencia no pudo ser mejor!
Cómo ir de Chiang Mai hasta Elephants at Home.
A las 07.00 de la mañana te recogen en el hotel (yo me alojé en el Chiangmun Boutique, dentro de la zona amurallada) y te llevan en minivan hasta el campamento que se encuentra a unas 2 horas de Chiang Mai. En la minivan, a parte del conductor y de otra pareja que vienen también al campamento (Lupita y David), viene también nuestra guía Silvia, quien nos acompañará durante todo el día.
Durante el viaje hacia Elephants at Home, Silvia nos habla de la situación de estos campamentos de elefantes y el maltrato al que se ven sometidos los animales. También, hace hincapié en el reclamo turístico de los baños de elefantes y nos cuenta que se trata de una «turistada» difícil de erradicar en este país, pero que al menos ella ha conseguido que durante sus visitas con turistas españoles esto no suceda. Este fue uno de los motivos por el que me decanté por este campamento. Cuando Pablo me comentó que no había baño de elefantes y que sólo se bañarían si ellos querían, me pareció una mejor elección. Desgraciadamente, no todas las visitas al campamento dependen de Silvia, por lo que no puede evitar que cuando ella no esté y vengan turistas de otros países, se sigan haciendo estos baños con los elefantes.
Una vez llegamos al campamento, conocimos a los 3 elefantes con los que pasaríamos el día (uno de ellos era un elefante bebé) y a otra pareja de turistas extranjeros que también nos acompañarían. Otra de las cosas que me gustó de Elephant at Home fue la intimidad con la que disfrutamos de la visita. Al ser tan poquitas personas, podíamos vivir la experiencia de una forma más especial.
Dar de comer a los elefantes y preparación de vitaminas.
Una vez realizadas las presentaciones, el primer contacto con los elefantes será mientras le alimentamos. Los elefantes asiáticos comen frutas, raíces, hierbas y corteza de árbol y necesitan ingerir una media de 120 kg al día para mantenerse sanos y bien alimentados. Primero comenzamos dándoles bambú y después unas bananas. Antes de realizar el trekking por el bosque, preparamos de forma artesanal unas vitaminas para dárselas a los elefantes al final de la visita.
Trekking por el bosque.
Caminar con ellos el libertad por el bosque es una experiencia fascinante y una sensación indescriptible. Pasear por estrechos caminos y pararnos cuando ellos se paran para comer alguna hierba o hacer sus necesidades, hacen 100% auténtico el trayecto de algo más de media hora hasta llegar a la cascada (¡no olvides llevar tu bañador!).
Durante todo el paseo, fuimos acompañados de la tribu de los karen, responsables de guiar a los elefantes. Los karen son agricultores y viven de la tierra, donde cultivan arroz, maiz, soja o café. Viven el casas fabricadas con bambú, y tienen pollos y cerdos como animales domésticos. Su relación con los elefantes es también muy próxima, y muchas aldeas tienen más de uno para utilizarlo en las tareas del campo.
Comida junto a una cascada al estilo Karen.
Al llegar a la cascada, subimos a una cabaña para comer y después volver a alimentar a los elefantes con frutas y ver cómo se daban un baño. Siempre desde la distancia y respetando su momento, aprovechamos para hacernos bonitas fotos de recuerdo. Además de usar nuestros móviles y cámaras, uno de los karen se encargó de inmortalizar cada momento con la cámara del campamento. Si lleváis una tarjeta de memoria, ellos la meten en su cámara y cuando acaba la visita te la devuelven con todas las fotografías realizadas. De esta forma, los recuerdos son infinitos.
Después del baño, volvemos al campamento y damos de comer de nuevo a los elefantes y también les damos las vitaminas que habíamos preparado por la mañana. Nos despedimos de ellos y volvemos a Chiang Mai.
Sin duda fue un día inolvidable donde primó el respeto y el cariño por estos animales. Gracias a Pablo y a Silvia por el trato recibido y por esta experiencia que no olvidaremos nunca. El coste total por persona por el día completo en Elephants at Home con traslado, comida y fotos fue de 2.400 baths.
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